lunes, octubre 08, 2007

Quizá me costaba escribir porque este blog se llama experimento conmigomismo. Y el blog iba conmigo, pero ya no era un experimento.

Lo fue al principio en parte porque nunca había escrito nada que me atreviera a enseñar. Y más adelante porque aunque me acostumbré a colgar cosas, sentía algo nuevo con cada idea diferente que intentaba transmitir.

Pero empezaron a repetirse razonamientos. Y sobre todo la sensación de que algo que escribía hoy mañana no me decía nada. Y como en principio sólo escribo por el placer de desmontarme y exponerlo (aún no se del todo porqué) me pude permitir dejarlo hasta que algo me llevara a retomarlo.

Y ese algo es en parte París.

Habría que vivir permanéntemenre en una cápsula de plomo para estando aquí no encontrar motivos podría decir que diarios para llorar, reir, gritar, saltar, mirar, escuchar…y algo tiene que ver con todo lo que se ha dicho de París, que te viene enseguida en mente. Pero el resto, la gran parte, te llega a ti directamente, en exclusiva, ciudad y tú, por primera vez. Acero en la carne.

Quería que el nombre del nuevo espacio tuviera relación con el antiguo, pero soy malo para poner nombres, de manera que al final hice un razonamiento tonto: si el nombre de partida es experimento conmigomismo, y esto ha dejado de ser un experimento, pero sigue teniendo relación conmigo, suprimo experimento, y mantengo conmigomismo.

Aquí lo teneis: http://cnmgmsm.blogspot.com/
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Un saludo. Suerte. Hasta pronto.

domingo, julio 08, 2007

Y se quedó tan ancho

Parece obvio hacer referencia a un parón como este. Y voy a ser obvio.

Pero estar convencido de que hacía falta una mala excusa o una explicación es como creer que lo bueno y lo malo estan hechos de un material distinto. Que no es lo mismo ser del Betis que del Sevilla. Y que cuando algo nos ilusiona la materia prima de esos sueños es distinta a la mugre de la que se extrae la decepción.

No escribir forma parte del escribir.


jueves, mayo 24, 2007

A la chica del nombre corriente

Hay cosas que acaban como una palmada en la espalda. A dos años luz de distancia. Un golpe finalmente seco que enmudece entre la piel y la ropa. Y todo ha quedado ahí.

Las cosas habían sonado siempre diferente. O igual. Pero distinto*.

Nos hemos quedado solos, anclados al suelo por un corto periodo de tiempo. Pero no se oyen las lágrimas,
ni el crujido,
ni la música triste que diga que toca al menos llorar un poco. Que lo que pasa en nuestras vidas tiene importancia en ellas.

Y esto no hace que no pese.

Al contrario, abro la boca e intento gritar. Pero no puedo. Tengo en la garganta el nudo más grande. Cada palabra que intento decir se convierte en emoción. Tanta que podría callarme para siempre. Quedarme aquí llorando. Morir de hambre o ahogada.

Porque nadie ha engañado a nadie.

Y por tanto no hay a quien dirigirse, chillando los motivos de la renuncia, del a-sentimiento. Ni siquiera el entorno, esta vez de nuestra parte, estaría dispuesto a escuchar el sermón, la rabia pausada, la explosión nanométrica. Las ganas que tengo de decirte, cuando un día lo sienta por dentro, que ya no eres nada en mi vida.

Simplemente, deduzco, esta es una historia de aquellas de cine bueno. El guión gris de una peli en color que no era muda, ni aburrida, ni absurda. Que sólo era una peli más con tanto derecho a seguir como a acabarse.

Y se acabó.

sábado, mayo 19, 2007

Acerca de los montones de celulosa...

( ♪ dark halls, au revoir simone♪ )


Hay una característica que diferencia a las personas que leen (lo que sea), y es que unos cuando empiezan lo tienen que acabar, y los otros leen mientras les interesa. Si no lo hace, lo dejan a medias.

Hay otras personas a las que ninguna de estas clasificaciones les describe realmente. Las que sólo reconocen si son más de una manera o más de otra en su más segura intimidad. Quizá les de miedo decantarse por alguna bien por los demás, que juzgan demasiado rápido, o bien por ellos mismos, que creen que habrían de ser de aquella manera hasta el final o algo parecido.

He tenido varias discusiones pacíficas acerca de esto. Yo me posiciono siempre del lado de los que leen mientras les interesa. Pero entiendo que eso me va mejor a mí por como soy y por como pienso.

Si de lo que estamos hablando es de sacar mayor provecho de lo que leemos, simplemente a mí es la fórmula que mejor me funciona.

Pero hoy he sumado un argumento más a mi favor, con algo que no había pensado hasta hoy, cuando he vuelto a coger dos libros más de la biblioteca, en pleno periodo de exámenes, sabiendo que es probable que los lea muy poco, y bastante probable que los devuelva sin haberlos abierto. Y es que hay que ser muy metálico para no entender que los libros acompañan, que saben convivir con pocos problemas, y que son confidentes entusiastas de lo malo, moderados de lo bueno. Que lo saben prácticamente todo de ti.

martes, mayo 15, 2007

Un riachuelo sin gracia ni prisa


Podríamos imaginar una escalera ascendente que observada desde aún mucho más lejos formara parte de una fina corriente infinita que desciende sin prisa, sabiendo que no hay nada que la pare, que nadie se ríe de ella.

Entonces se entenderá lo siguiente:

Hay una temporada, antes del infierno, en que vas a clases de muchas cosas: de inglés, de informática, de judo, de fútbol, de baloncesto…

Después vayas a donde vayas se te suponen ya muchos conocimientos y el entorno se vuelve por ello mucho más agresivo. Si vales, bien. Si no, fuera.

Y en general el resto de la vida estaría bien que fueras a algunas clases concretas, en función de tu estela. De tu trayectoria. Del surco que vayas dejando. De la dirección en la que tengas más o menos pensado continuar.

Ahora se impone un pelín de optimismo.

Esas clases son de algún idioma nuevo, de una nueva herramienta que no iría mal que aprendieras, de algo que simplemente te apetece: la guitarra, japonés, puntillo o macramé, jardinería, meteorología…(son siempre las mismas, son genéticas).

Pero hay una actitud que se da en ciertos individuos llegados a este momento: la confianza de que puedes apender aquello por tu cuenta, ser lo que se dice autodidacta vamos…ahorrate los 300 euros de la academia y acabar sabiendo prácticamente lo mismo. O eso crees. O eso creen ellos que no.

O siendo realmente sinceros: admitiendo que hay algo que se escapó, que ya no eres el niñito que aprendía fácil y sin pensar, que no es tan importante dominar la materia teniendo en cuenta a dónde vamos, que lo que haces ahora es fracasar con consciencia (aunque aveces la apariencia sea triunfal). Que no esta mal saber un poco de todo, algo más de lo justo para vivir. Dedicar las fuerzas a cualquier otra cosa que importe tanto o tan poco.

Hay gente que dice que le da igual todo esto último, que le gusta hacer ciertas cosas.

A mí ultimamente me gusta mucho comprobar que soy incapaz de conseguirlas.

:)

lunes, mayo 07, 2007

Un hobby


Lo que quiero contar, la cosa en sí, se parece mucho a cuando yo era pequeño y me apunté a karate…

Llegué con mamá del brazo.
Lleno de ilusión.
Kimono blanco, radiante.
Dispuesto a recibir…
…pero deseando aprender cuáles iban a ser mis armas también.
Deseando, por supuesto, ponerlas en práctica.
Al principio del camino hice amigos.
Me gustaba la parte de los juegos. La que hacíamos los viernes. Aunque aquello no fuera karate.
Y entendí desde el principio que había una escala concreta, y que cuando uno es cinturón blanco no puede luchar con nadie. Que un amarillo puede tontear con un naranja, y que éste puede hacer cosquillas a un rojo, o a un verde. Y luego vienen los colores más oscuros, los que ya no hacen ni puta gracia. Los que requieren todas las horas de día. Todo el esfuerzo enfermizo. De los que sólo se rie el capullo que no lo ha entendido. El que no ha pillado ni la esencia ni la proyección.

Pero hay diferencias significativas:

De lo que yo estoy hablando no puede uno desapuntarse facilmente.
La cosa en sí suena tan real como el propio cráneo contra el suelo.
Lo único realmente parecido a una explicación es tu intuición.
Sueles encontrarte más bien en pelotas.
Pero estás hasta los huevos de cargar con el kimono, que ya no es blanco porque tiene mierda, y esa mierda pesa cada puto día más. Y sabes que no se quita. Y que cada puto día pesa más. Y que la mierda no se va. Y pesa más cada puto día. Y es inútil intentar limpiarlo. Puto kimono de mierda. Puta mierda de kimono.

Pero la diferencia que es primera y última a la vez, la que no dudo desde que olisqueé, que probablemente genera todo lo que escribo, pero que no me dará la razón hasta el final, es que antes, cuando yo era pequeño, no tenía ni idea

ni la más remota idea

de lo que viene después del negro.

martes, mayo 01, 2007

Nuestro rasgo diferencial

( ♪ thoughts of a dying atheist, muse ♪ )
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Sería nuestra gran lacra no? Creer que no nos hace falta todo lo lejos que pueda haberse llegado hasta hace unas décadas. O que sólo nos interesa de los inmortales aquello que entendemos de manera más inmediata, porque lo demás requiere mucho tiempo. Demasiado para nuestras vidas igual de cortas, pero incomparablemente más aceleradas.

Sería muy triste vernos desde lejos, golpeando con el cerebro y convicción una de las paredes laterales, creyendo que ésa es la que se interpone al sentido normal del desplazamiento, sin saber mientrastanto que detrás no hay nada.

Sería como ver repetida la muerte de ese tío que dentro del laberinto se empeñaba en equivocarse de camino. Que al final de su vida creyó que estaba dando vueltas en círculo, pero que en verdad no hacía más que alejarse de la salida, escogiendo cada vez la opción equivocada, una y otra vez.

Y todo esto sería tan penoso, un error tan acaparatoso, porque visto con el tiempo que no tenemos - o visto ahora mismo pero con una conciencia que no nos carazteriza - habríamos utilizado nuestra estancia en este planeta para mucho menos que nada. Para poco menos que todo, piensas pocas veces. Para cosas tan bien vistas como divertirnos, hacer bien a los demás o sacar algo de provecho. Cuando todo esto no era incompatible. Sólo tenía que haber estado teñido un poquito de gris. Empapado en un poco de lágrimas.

jueves, abril 26, 2007

Destinado a personas o cosas

( ♪ waves of grain, two gallants ♪ )
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Todo lo que te pida, y todo lo que me des, está muerto de antemano. Y a lo que creo que hay después de esa muerte, lo que me da fuerzas para superarlo, le pasa lo mismo. Y a lo que te digo que no dejes escapar. Y a lo que yo, en silencio y a solas, retengo también por un tiempo. Y a lo que nos nubla a menudo, lo que nos permite periodos enteros de inconsciencia. A nuestros sueños, nuestros proyectos, nuestros quehaceres y nuestros recuerdos, en ese orden concreto.

Para seguir con la lista basta con escoger cualquier cosa de tu alrededor. Quizá aún no te estés resignando, persona o cosa, no sé qué coño eres. Lo intuyo únicamente.

No olvides que debes olvidarte de todo esto por norma general. Y cuando lo recuerdes piensa que yo no me olvido de que lo sabes. De que no me puedes engañar. Y lo mismo te pasa conmigo. Por eso lloramos juntos a veces. Por eso volamos a veces tan alto.

Todo esto es tan cierto que me duele el teclearlo.
Todo esto es tan cierto que me duele el teclearlo.
Todo esto es tan cierto que lo vuelvo a teclear.
Ya me he desconcentrado. Ya no me duele el teclearlo.
(Es que no es fácil mantenerse en el limbo necesario donde entender todo esto)

¿Por qué sigo pidiendo, dando, creyendo, recomendando…y teniedo sueños, proyectos, quehaceres y recuerdos, en ese orden concreto? Eso, niños míos, no es ni siquiera cosa de los mayores. Pertenece a los que estamos menos muertos, precisamente porque lo reconocimos. Es sólo estrategia. Es la táctica de hacer ver que crees, de hacer ver que no te has dado cuenta, de mirar hacia otro lado. El otro lado. De fingir que bombeas tu corazon, que tienes aliento, que sudas, respiras y gimes como los demás. En definitiva, la táctica de seguir vivos. Todo un arte. El ejemplo más irónico del arte de la guerra. El arte más inútil de la guerra más macabra.

domingo, abril 22, 2007

La liebre y la tortuga. Y lo otro



También sucede cuando vas por la carretera. Un coche te adelanta, a 150. Te lo encuentras parado en el mismo stop que tú, poco más tarde. Y piensas que no le ha servido de nada ir tan rápido. Que ha corrido un riesgo innecesario.

Otras veces eres tú el que corre. Adelantas a los demás y no piensas en lo que piensan. Sólo sabes que estás llegando tarde. O que hay pocos coches y es de noche, y que simplemente te apetece correr un poco.

Algunas veces infringes las normas, por debajo. Vas por una carretera tú solo escuchando alguna canción, o mirando alguna casita. Vas a 15, o a 20. Te apartas para que te adelanten los que no corren mucho ni poco. Los que simplemente tienen la tarde del viernes libre y vienen de hacer la compra.

Y cuando eres tú el que examina si este va muy rápido, si aquel va muy despacio…tus cálculos se acaban brúscamente porque ese que corría tanto ya no está. Giró por otro camino. Y el que va tan lento se ha parado en el arcén, a coger a un autoestopista.

El camino de cada uno, independientemente de la velocidad, está en el aire de antemano. Tú decides en qué partes del recorrido vas a correr más y en cuáles menos, pero ten por seguro que tu trayecto acabará justo donde tenía que hacerlo, justo en o antes de tu destino. Quizá después. Las cosas no serán finalmente diferentes de como van a serlo.

Vivir deprisa no debería ser una actitud. Sólo una parte de tu recorrido, tan necesaria para tí en algunos momentos como frenar y pararse otras veces. Lo digo por esas balas nunca mejor dicho perdidas, que destrozan en ocasiones el sentido del quitamiedos. Pero lo digo también por esas tortuguitas de andar decidido,claro y correcto, que me resultan más respetables pero no por ello menos inconscientes.

viernes, abril 20, 2007

Última mentira

( ♪ experimentos con gaseosa, los planetas ♪ )




Al decir las palabras adecuadas se abrirán ante tí laberintos y ventanas. El caudal de las más cálidas aguas te traerá al lugar donde nunca falta nada. Guárdame dentro un sitio, necesitaré cobijo cuando vuelva de viajar alrededor. Llévate lo que puedas porque queda un duro invierno por pasar y yo volveré arrastrándome al final. Guárdame dentro un sitio donde pueda estar tranquilo. Donde pueda retirarme a descansar. Necesitaré cariño cuando esté cansado y no pueda viajar.


La idea de experimento como manera de vivir fue la que principalmente dio nombre a este blog. Y no puedo negar la curiosa coincidencia de que haya un libro de Sloterdijk que se llama Experimetos con uno mismo, y que sospechosamente se encuentra en mi estantería…

Pero hubo más factores, como esta canción de Los Planetas. Si uno la oye y la escucha bien, corre el riesgo de creer que es inmortal. Que la guerra o el viaje es la vida. Y que después viene el lugar donde nunca falta nada. Y eso te alegra tremendamente la existencia, mientras dura la canción.

Al acabar entiendes que esos lugares son tan sólo una canción, un pequeño rincón, cierta conversación con cierta persona en un momento muy concreto…en cualquier caso pequeñas ilusiones que son lo único que poseemos de verdad, dentro de nuestra cabeza. Porque los recuerdos, por ejemplo, son algo siempre esclavizado por esas pequeñas dirigentes en función de las cuales incluso modificamos en nuestra memoria lo que realmente pasó.

Al acabar recuerdas que no eres infinito. Y si tengo tiempo, si la vida me lo permite, querría escuchar esta canción 5 minutos antes de morirme. Este sería mi último deseo personal. Y el minuto y medio que sobra lo dedicaría a una mezcla entre respirar, llorar y reir irónicamente. Todo esto, a poder ser, aderezado con un rayo de sol pegándome en la cara.

Gracias por tan preciosa mentira sublime.

miércoles, abril 18, 2007

Se ofrece callejón sin salida

Que no me sirven mis propios intentos de sentido es algo que ya sé desde hace tiempo. Soy consciente. Y he aprendido a vivir con ello, aunque no sé hasta que punto esto es sostenible…

Y que los vuestros me resultan aún más inocentes e inconsistentes es otra cosa que voy confirmando con el tiempo. Y soy yo el que en mi cabeza se imagina que un día os dais cuenta, cuando ya habeis basado demasiadas cosas allí, de que toca cambiar de sueños, de principios y de fines. No se lo deseo a casi nadie…

Los únicos a los que no me refiero con esto saben quiénes son al leerlo. Sabemos que sólo hay una cosa que es verdad. Que es dura, triste, demoledora. Y que todas esas patrañas que ilusionan son sólo eso, patrañas que ilusionan. Y que son buenas, realmente buenas, sus armas de seducción y convicción. Y el pegamento que os aferra a ellas.

Ver las cosas así es un callejón sin salida tan cierto y tan oscuro como todos los callejones esos que se anuncian, pero no avisan, de que es igual de cierto, y de oscuro, su punto final o intermedio que tampoco tiene salida. Y no hay otro tipo de callejones. Ni siquiera hay otro tipo de calles ni de sitios por los que desplazarse.

Y a veces esto es algo que me gustaría que se reconociera, a escala mundial. Y basar todo lo que hacemos consecuentemente con esto. Una vez limpiada la mierda de las cabezas de todos, podríamos seguir con una vida idéntica a la que tenemos, si siguiéramos queriendolo, que es lo que dudo de verdad.

Aseguro que se puede vivir aparentemente como todos sin creer en nada de lo que dicen, riéndose de esa otra manera.

Las pocas coincidencias que entonces se producen tienen otro sabor. Lo más cercano que he estado de la verdad. Lo más alto que he volado en mi vida.

Realmente, si soy sincero, no. No tengo sueños. Pero tengo unas cositas en la cabeza que se les parecen. Pero repito, no son sueños. Los sueños no suelen acabar.

jueves, abril 05, 2007

Mi pequeña campaña de tráfico

( ♪ tear, red hot chili peppers ♪ )

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Cuando se acercan al coche no notan nada extraño. Todo está, como siempre, en su sitio. Por poco tiempo, pero en su sitio. Como siempre. Todo en un mismo tono de las cosas.

Los que se matan en coche no aprecian nada distinto en el tintineo de las llaves el día de su muerte. Y tampoco les molesta especialmente el respaldo en ese día. Ni el cenicero huele demasiado a tabaco. Ni el ambientador demasiado poco. Y el cristal está igual de sucio o de limpio que siempre. Ya es tarde para ajustar cuentas. El depósito quizá en reserva, lo que haría todo aún más triste. Y todavía no sabrías seguro cómo cambiar una rueda. En caso que te tocara. Ni el tráfico está especialmente rápido. Tampoco especialmente lento. Puede que haya llovido pero eso no es determinante.

La puerta al cerrar, sin que el conductor lo sepa, se bloquea eternamente. Y todas las partes del coche lo saben. Parece que en la muerte el entorno se alíe, sin mala intención especial. Sólo se alía, porque ese día a alguien le toca morir, y hay que proporcionar las condiciones necesarias para que se produzca el accidente. No tiene mucha más explicación.

Sólo es mi pequeña campaña. Mi lejana advertencia. Para que pienses que nada te avisará de que te matas hasta que te estés matando, que es cuando creo que se produce esa luz, o esa intuición. Ese incierto pensamiento de que algo no va bien. De que este hecho estará demasiado desviado, de lo que se supone que es ir mal. Y no hacia el sentido positivo, sino hacia otro más desastroso aún. El que nunca imaginaste. El que creíste entender al oír esas cifras de muertos, 7 más o 15 menos que en el mismo período del año anterior.

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miércoles, marzo 28, 2007

Saliendo de un sitio donde vendan alcohol

Y me doy cuenta, releyéndome a veces, que uso mucho la i griega, osea la y, al principio de lo que escribo.
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No porque me guste, ni porque lo piense con antelación. Me sale así.
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Y he llegado a la conclusión, después de darle un par de vueltas, de que lo hago como si ya hubiéramos hablado mucho rato. Como si ya casi no hiciera falta que habláramos los dos. Y con algo de prisa, con algo de tiempo también, empiezan a limpiar las mesas. A echar a la gente del bar. Y una especie de último razonamiento, con la ventaja de ser último, de estar supuestamente más razonado, se expone diferente a los otros. Se separa con una letra de los demás, desde el segundo hasta el penúltimo. Aplazando la discusión, sin duda, para otro rato, escuchamos los dos lo que digo. Cogemos las chaquetas y salimos del bar.
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Los viernes por la noche son un espacio, a parte de un tiempo.
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Todo sigue gris. Entre claro y oscuro.

lunes, marzo 26, 2007

Cinco de la mañana

( ♪ trashing days, the notwist ♪ )
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Se da mucho el que te digan que eso no tiene sentido. Que es una tontería. Una estupidez. Y rascas en su pasado, y encuentras pequeños compases de una música similar. De un antecedente contradictorio. Los corcheas con puntillo que no le dan la razón a nadie.

De manera que yo, como otros muchos, podría decir aquello de que nada tiene sentido, que aunque la vida es bonita se vive en un mundo de mierda y que dependiendo de mis circunstancias, del que sean medianamente aceptables y yo me considere afortunado o no, decidiré si seguir en el mundo o no. Demostraré que puedo o no soportarlo. Y en caso negativo haré alguna de esas cosas, elegir un puente, una vía de tren, un rascacielos al que tenga acceso fácil, el gas o la dulce sobredosis.

Pero claro, en estos momentos mi opinión no cuenta para nada, porque son las cinco y sigo coleando.

jueves, marzo 22, 2007

Jugar sin los coches

( ♪ mama, won't you keep them castles in the air an burning?, clap your hands and say yeah ♪ )
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Cuando llega el momento ya no tengo fuerzas. Se han ido ellas y el motor que las originó. Dudo incluso de haberme preocupado tanto en el momento. Cuando todo estaba caliente.

Y ahora que ha pasado el tiempo lo contemplo como una batalla. Ni perdida ni ganada. Una batalla, simplemente. Entiendo que me ha hecho crecer. Como a tí. Pero pareces tirar por la borda las redes. Como el pescado. No te entiendo.

Sólo estoy jugando. El problema es que confundes este verbo: jugar. Piensas que es algo de niños. Como según qué tipo de humor. Pero si vivir fuera aprender a morir, jugar es aprender a vivir. Liberar carga no para ser más tonto, más ingenuo y superficial, sino para evitar el pesimismo, potenciar el realismo. Para ser capaz de hacer cosas bien y mal, pero nunca tan bien ni tan mal.

Ojo con el suelo, que sirve de descanso a las axilas. Pero está mojado. Y vuelve a llover sobre él. Y el agua asciende por capilaridad. Lo empapa todo mientras no lo impida la energía potencial. Y si la base es grande, el agua acumulada es mucha. Demasiada para reemprender la marcha. De ahí a echar raíces hay un paso. Imposible moverse entonces.

Este es un tema que me encanta. La naturaleza es estúpida, pero muy compleja. Nosotros somos relativamente inteligentes, pero muy simples. Eso les hace pensar a algunos que la naturaleza es sabia. Les confunde. Y a muchos nos convence de que es bella, al menos mientras seamos más simples que ella. Es cuestión de milenios. Entonces dejaremos de apreciarla. De escribirle poemas al amanecer, que no al atardecer, metáfora de lo que se avecina.

Empezamos a mirar los teléfonos antiguos como hacemos con las sillas, las bonitas viejas y de madera. Como hicieron con las cabañas, igual que seguimos haciendo nosotros.

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se recomienda llegar a este punto a los 18 segundos del segundo minuto de la canción

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Simpatía por la situación, no exclusivamente por la esencia de nada. Contextualización. Uno mismo y sus circunstancias, abrazando las de su entorno, parte de otros. Casualidad aleatoria de estar viviendo la vida juntos. Entonces respeto. Teniendo en cuenta que se puede atacar con respeto. Absolutamente todo es amable (de amar) y despreciable (de odiar). Pero absolutamente todo tiene un eje giratorio, en cualquiera de las direcciones. Y automáticamente con esto surge el respeto. Y el ataque. Lo que unido a esas reglas que no se pueden escribir, pero que están, conforman parte del juego.
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No de la vida, pero del juego.

lunes, marzo 12, 2007

Se admiten sugerencias

( ♪ hide and seek, imogen heap ♪ )
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Hablaba ayer con un conocido. Uno de estos con los que hay buen rollo, aunque nunca hayas consumido cerveza a su lado.

Al despedirnos me acordé del final del último post. De la recomendación musical. Y le dije, ya casi entre dientes: Y más Smashing Pumpkins…

Y entonces él se rió, se vino hacia mí. Me dio una palmadita y con la risa del que vuelve al que va me dijo: Y más White Stripes…

No sé si él lo recuerda. Pero ya lo hablamos una vez. Le sonaban los Smashing Pumpkins…Y esto fue hace un año quiza…Pero decía que le resultaban muy estúpidos. Que su afán por hacerse famosos no le parecía de fiar. Que a él le encantaban White Stripes. Y yo le dije que no sabía mucho de ellos. Lo apunté en la libretita.

Con aquella palmada me insinuó que no había echo ningún esfuerzo, que ya estaba todo decidido: sus amigos eran mejores. Y al girarse se puso los auriculares. Y espero por Dios que no se fuera escuchándoles de nuevo. Y esto lo digo porque me cae bien, porque me sabría mal que fuera una de esas personas con esta actitud. Las hay. Y muchas.

Pero este el caso pacífico, el del lugar donde no pasa nada. Donde pierdes o ganas poca cosa. No importa demasiado el grupo. Tan sólo unos pocos variados conceptos que a grandes rasgos se repiten. La elección de los matices es bastante aleatoria.

Lo jodido es el caso otro. El de esos seres a los que les falta en la boca el lo que yo te diga castizo. Los que a la hora de juzgarte no sólo cogen la puntita como icono, sino que la congelan y la eternizan en la cumbre. Y ahí te has quedado tú. Y no quieres seguir su camino. Y seguramente lo pagues caro.

Me parece una falta de sensibilidad, el creer que alguien dice algo para siempre. Y el pensar con la memoria también.

La memoria es para recordar. Es una herramienta. Almacena recuerdos. Y con esos recuerdos se pueden generar pensamientos actuales, valoraciones, juicios, previsiones…pero no Pensar en mayúsculas. O ahí es cuando vienen los problemas. Cuando hierven los nacionalismos. Cuando las guerras duran más de lo que tocaban. Porque a veces la guerra tocaba. Ciertas veces toca matar. Ciertos seres lo merecen.

viernes, marzo 09, 2007

De presión

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¿Cuántas rectas existen

perpendiculares a otra recta R

que pasen por un punto P externo a R ?



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Llegado a este punto sabes que hay algún truco. Y que si bajas encontrarás la respuesta. Pero quieres resolverlo por ti mismo. Y no puedes.

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Una no es la respuesta. Eso es infinitamente incorrecto. Pero solemos darlo por bueno. Solemos aceptar pulpo como animal de compañía.

La verdad es que podemos estar hablando de una recta negra, o de una azul, o roja, o color pistacho…

¿No te has sentido solo tras esta respuesta? A mi me pone los pelos de punta. Cuántos factores se nos escapan cada vez…los mismos que nos hacen pensar que algo, cualquier cosa, esta concluido.

Te diría que no lo des todo. Que es lo que sueles hacer. Que no lo digas todo. Que no lo pidas todo. Que no lo confieses todo. Que no te entregues hasta el fondo. Que no luches del todo hasta el final. Que no aprietes la tuerca al máximo, ni el tapón de la botella de Cacaolat. Porque salta. Y esto no es una justificación, pero bueno.

Lo único que te mantiene expectante, ilusionado, esperanzado, creyendo que ya hablaremos mañana y que dale tiempo al tiempo, es que no consigues la mayor parte de lo que te propones. Y estoy hablando de las cosas grandes de la vida. Una vez por imposibles, quizá sólo para ti; pero otras porque los planes son de un plazo tan largo que cuando te llega ya son otra cosa. Como acabar la carrera. Como querer hacerse mayor. Como querer volver a ser joven. Aunque en las pequeñas, que suelen darse en periodos más cortos, sucede el simulacro. El vacío que representa el querer algo y conseguirlo. Quizá no de manera instantánea, mientras burbujea el champán. Y en ningún caso cuando esas ya sean tus ambiciones reales, finales. Pero sí cuando aprendiste a nadar. Una vez te volviste anfibio. Llámale involución si quieres.


Recuerdo perfectamente cómo he abandonado cosas por reconocer que eso no es para mí. Tantas como las que he dejado de lado al conseguirlas. O poco después.

Recuerdo cómo pensaba en lo caras que estaban las golosinas últimamente. En que ya casi no quedan sitios de aquellos en que las venden por unidad, no por peso. Y un día fui a comprar al Lidl y ya está: 3 euros por un kilo. Se acabó. Hago mezclas con limón y fresa, a ver si sabe a naranja. Me las como de tres en tres mientras escribo esto.

Y recuerdo alguna de esas cosas que no se van de inmediato. Sino como vinieron. Poco a poco. ¿Así llegan muchas cosas no? Los grupos de música por ejemplo. Me refiero a los que te gustan y a los que no. Pero me estoy acordando concretamente de cómo me empeñe en que tenía que haber una vela, ligeramente teñida de rojo, en una esquinita de mi casa. Acompañándome toda la noche. Y la busqué. Y la puse. Y me ha hecho compañía largas noches de entrega. Algunos ratos más distendidos. Momentos de esos únicos, contigo solo, con alguna canción, mirándola allí arriba. Reconociendo que está genial en ese sitio. Pero ya está. Ya no la enciendo. No cumpliría su función.

Esto son dos ejemplos de mis más grandes triunfos. Y ya no están aquí.

Los seres que tienen muy claras las cosas, que saben cómo quieren rellenar su vida, los que van a por algo, lo consiguen y lo disfrutan eternamente, es probable que no estén leyendo esto. Y en ese caso se deben de estar aburriendo mucho. O pensando que soy triste, o depresivo, o locuras por el estilo. Y me gustaría saber cómo me imaginan los que no me conocen, a juzgar por las cosas que digo.

El sentido que le encuentro a las cosas está por encima de mis tontas y pobres sensaciones (que por otro lado algunos dicen que son la cosa más grande del mundo), y además está vacío. Porque no hablo de sentidos temporales, caprichosos, románticos, ingenuos ni egoístas.

Pero llegados a este punto siempre me pasa lo mismo. Digo olvídate de esto y hago yo en parte algo parecido. Realmente no tengo nada atractivo para convencerte. Ni siquiera una parte de mi cabeza lo consigue hacer con la otra. Pero eso no me quita la razón. Lo único de lo que estoy realmente convencido. Mi Dios. Mi credo. Que dice, como tantos otros dioses, que puede con el vuestro. Que lo aplasta de un plumazo. Y que acepta, en ocasiones, los cambios de chaqueta. Esa es su mejor virtud. Con eso os derrota a la mayoría.

Por eso te digo, porque te quiero, que no lo des todo. Que es lo que sueles hacer. Que no lo digas todo. Que no lo pidas todo. Que no lo confieses todo. Que no te entregues hasta el fondo. Que no luches del todo hasta el final. Que no aprietes la tuerca al máximo, ni el tapón de la botella de plástico del Cacaolat. Porque salta.

Y aunque acabemos haciendo todos lo mismo, aunque aceptemos todo el zoológico como animal de compañía, no se si tú también estás pensado por dentro en mirarme a la cara. En cerrar los ojos un poco y retarme a apretar para siempre la tuerca, hasta destrozarme la muñeca. En decirme de la misma manera que lo hacías cuando eras pequeño: ¿A ver si tienes cojones? ¡Con todas tus ganas!

Y ya veremos lo que queda en pie, señoras y señores, después de la publicidad.
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( ♪ beautiful, smashing pumpkins ♪ )

martes, marzo 06, 2007

Justicia no es la palabra



Justicia: Virtud que nos hace dar a cada uno lo que le pertenece


Érase una vez unos acusados por acción terrorista que en vez de defenderse en el juicio pedían a gritos su implicación en temas relacionados con la venta de hachís, el robo de dinamita y el tráfico de armas, órganos y dvds.

Tales eran sus aspiraciones. El sueño de cualquiera. Lo que un padre decente querría para su hijo.

Uno de los acusados sugirió el utilizar su propia máquina del tiempo para volver al pasado y desactivar las bombas justo antes de la masacre. Pero obviamente su propuesta fue rebatida por la fiscalía alegando, y cito textualmente, alteraciones demasiado importantes en la estructura espacio-temporal. Lo cual era previsible. A nadie se le ocurren estas cosas hoy en día.

El juez acepto este recurso y no cedió ante el chantaje. No se dejó camelar. Los declaró culpables a todos. Impuso la lógica y la justicia.

Chapuzas y propuestas absurdas a aparte, les condenó a buscar hasta la última de las 191 almas liberadas en Atocha. A fabricar posteriormente otras tantas vidas idénticas a las originales, en las que los familiares no hubieran sufrido absolutamente nada. Y a construir con sus propias manos 191 cuerpos iguales o mejores que además debían de formar libres de toda enfermedad genética que fuera a detectarse en los 75 años siguientes al atentado, como medida especial de compensación.

Era de especial importancia que no quedara cicatriz de las heridas necesarias en el cráneo para insertar las vidas y almas respectivas, de manera que los ex-fallecidos nunca llegaran a sospechar nada.

Gracias a Dios, esta vez se hizo justicia en el Cielo.

Y gracias al Diablo, su homólogo en el Infierno, aquí abajo en la Tierra no está pasando lo mismo.

No hay materia prima para construir vidas hechas. Ni sabemos fabricar cuerpos humanos. Ni podemos cazar almas liberadas, y guardarlas en un bote. Y en caso de que pudiéramos, seguramente no sabríamos cómo mezclarlo todo, cómo atarlo y coserlo en una pieza, de manera que funcionara.

Es el de Madrid un juicio tristemente fracasado desde el prinicipio por definición.

viernes, marzo 02, 2007

Nada que ver con el Amazonas

( ♪ it's not the worst i've looked, lali puna ♪ )



Este texto te permite seguir vivo durante dos o tres minutos más. Lo que tardas en leerlo. Y ahora cuando acabes cambiarás de liana. Y no quieres oír hablar de ninguna cuerda. Y te enfadas si se cuestiona. Por no hablar del ramaje. Por no mencionar los troncos ni las raíces…¡Y me acusas de que yo hago siempre lo mismo! Y me miras con un cierto brillo en los ojos…Pareces haberte emocionado. Pero es probable que no tenga nada que ver con eso. Que sólo te haya entrado algo en el ojo. O la alergia de primavera… ¿Cómo puedes ser tan hipócrita? Entiendo que no te das cuenta. Que no has podido elegir en ninguno de los momentos. Que esto toca o no toca. Al principio, en medio o al final Y que si estamos en costados diferentes nunca llegaremos a comunicarnos, aunque a este lado del río reconozcamos que tampoco suceden aquí tales cosas, que alguien se mire, se hable y se entienda. Pero lo callamos sabiendo a medias el motivo. Porque la verdad es que siempre queda ese derrape final. Los puntos suspensivos más largos del mundo. Y esa es la única certeza detectable. No hay realmente más sentido. Aunque siempre te empeñes en ello. Y aunque insistas de nuevo en que yo hago siempre lo mismo. ¡Y ya te estás repitiendo!. Clavándote tú solo la espada en el pecho, justo contra la pared. ¡Cállate y escucha un momento! ¿No ves que en el instante en que la razón te deje totalmente tirado, no tendrás tiempo para reconocerlo?¿Qué estarás demasiado ocupado muriéndote?

Sólo tenías que haberlo reconocido en alguno de los momentos en los que estuvimos hablando. Mientras nos encontrábamos en el mundo. Y podrías haber seguido total y perfectamente con tu vida. Destrozándolo todo con tu cabeza. Manteniendo la impresión de que todo funciona correctamente, que es la manera de moverse por la jungla. Podrías haber caminando por la calle sin que la gente percibiera tus explosiones cerebrales. Y habrías sido capaz de reírte como lo haces, pero habiendo tenido aún más motivos. Y esto sea seguramente también lo que no quieras comprender. Que hay algo infinito. Fijo. Estable. Y que niegas tu tendencia en su dirección porque sólo avanzas a la velocidad que te marcan los palos de la vida. Un pobre combustible. Responsable sin embargo, de la historia universal. E intento con esta frase pedir perdón a los ofendidos. No porque me arrepienta. Pero sé que hay personas a las que esto les sienta mal.

Deja de ser ya un niño que se empeña. Conviértete en un ser humano aparentemente de cartón piedra, realmente compuesto por una sola pequeña llama, consciente de su pronta e inevitable extinción.

Eso da fuerzas, lo prometo, para las cosas que podríamos llamar consistentes. Y no porque realmente lo sean. Ni muchísimo menos. Pero es nuestra manera de hablar. Un dialecto que utilizan los inmigrantes de esta parte del río.

miércoles, febrero 28, 2007

Gotas de ceniza

(♪ falling in love of a dead boy, anthony and the johnsons o manuel villena ♪)

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Lo mejor que puede hacer uno con su vida es lograr un par de cosas, la victoria del egoísta o la ayuda del solidario. Y aparte de esto, sentar las bases de algo nuevo. Retorcer alguna tuerca. Proponer válvulas expectantes, aún por estrenar.

Para que esto se reconozca, para hacerlo también uno mismo, es necesario lidiar con las ataduras *. Aterciopelar los engranajes. Inyectarles algo de aceite. Porque esto son precisamente cosas como el amor. O la familia. Correas de un mecanismo personal. Nunca fines en sí mismos.

Todo esto se aglomera de manera bastante agradable si uno es respetuoso. Con su vida y con las otras. Se consigue así como mínimo ser bastante normal y mediocre.

Y esta enorme maquinaria finaliza en una cinta. Automática, por supuesto. Y tu vida es un paquete, revestido con tela de interior de ataúd.

Cuando llega el final de esta cinta no hay manos. No hay cajas. No hay camión. No hay fábrica. No hay tierra. No hay Tierra. No hay nada.

Sólo cae
................s.

Y ves como la parte de goma en la que eras transportado que estaba en contacto directo contigo, gira bruscamente, hacia abajo, 180 grados. Y observas como avanza. Hacia atrás. Tú alejándote de ella.

Y esto es todo. Según esta intuición

La verdad sólo se desvela al final. Si es que da tiempo a oírla. Inmerso en el escalofriante y eterno zumbido de la caída.

* se han tenido que omitir las malas, de manera que el proceso resultara creíble y optimista

jueves, febrero 22, 2007

Good morning to everyone

A mi, personalmente, me dan asco las mañanas. Al menos las de la gran ciudad.

Más aún si hablamos de esas horas intempestivas de entre las 7 y las 10. Justo cuando amanece el cemento. Cuando se mezclan en el metro todas colonias y champuses del mundo. Y todos las bostezos y legañas.

No soporto esas caras, dormidas con ojos abiertos. Tapando la parte frontal de la caja que contiene un cerebro que aún sólo sabe que va, y no está muy seguro de a dónde. Sabe que tiene prisa. Que llega tarde. O que hoy han muerto 70 personas más en Irak.

Y los duros son los casos en los que realmente no hay otra opción.

Todo esto nos caracteriza. Así se nos estudiará en los libros, dentro de un par de siglos:

Los habitantes de las primeras ciudades salvajes pasaban un período de suspensión mental de 7 a 10 de la mañana. Más tarde, empezaban ya a pensar en algo. En que este trabajo no me gusta. O en que coño hago en esta ciudad. Pero no dejaban nunca de formar parte de la maquinaria. Tenían sueños artificiales, y objetivos plastificados, envasados al vacío. Esperaban el fin de semana como eso mejor del mes, y el mes de vacaciones como eso mejor del año. Eran inconscientes, por mucho que leyeran la prensa gratuita, que cada día morían 70 personas en Irak.

Y así no se puede vivir. Porque eso es supervivencia. Y para poder arreglar esto que critico no hace falta la lotería. Otra pieza más del camino somnoliento.

De hecho, no hace falta el dinero. No más del justo para vivir. Y no depende ni siquiera del trabajo, lo que uno hace para tener pan cada día.

Hace falta algo. Todavía impreciso en mi cabeza. Que ahora mismo me funciona. Pero ahora entiendo que es muy fácil. Que soy aún estudiante. Y eso amorfo es sólo la versión para niños del duro tratado del mundo. Una especie de monopoly. Con caritas sonrientes por las calles. Y con cárceles de mentira.

En la vida real, lo realmente preocupante son todas esas cabezas que no hacen más ni menos que yo, por el hambre en el mundo y por el cambio climático. Pero que han olvidado, y de eso no tengo ninguna duda, si les gusta o no su trabajo. Y que coño hacen en esta ciudad. Y no hace falta mirarles las caras. Pero es necesario mirar los pulmones. Las venas. Los huesos.

Y hacerlo luego con el cuerpo propio. Y ahí se está en condiciones de pensar por uno mismo. De expresar el lado más humano, o asombrarse, sin asustarse, del tremendo y común egoísmo. Para entonces querer arreglarlo. O ir tirando con alguna chapuza. Y una vez en este camino el resultado no es lo más importante. Porque cada uno tiene su ritmo. Y si uno lo traiciona, sufre las consecuencias.

Una vez hayamos conseguido esto en todos los seres humanos, no. No haremos un suicidio colectivo. Simplemente, esperaremos a ver lo que pasa.

Lo sé, no todos los que se levantan a las 7 pertenecen a esta raza. Gracias a Dios. Él lo hace posible. La existencia de virutas brillantes entre tanto tornillo oxidado.

Os pido un poco de comprensión. Son las 7 de la mañana. Me voy a la cama, a continuar siguiendo soñando.

Buenos días a todos.

martes, febrero 20, 2007

Algo más (de lo poco) que rascar en la escuela

( untitled four, sigur ros ♪)
( □ barragán □ )





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Sí, señor Ferrán. Claro que recuerdo cuando era pequeño y primero de todo me costaba ver la superficie superior de la mesa.

Y pienso que ahora lo que me cuesta es lo contrario. Precisamente, ver la parte de debajo. Y reconozco que si lo hago es por casualidad, porque se me ha caído algún objeto y me agacho, y ya que estoy en el suelo, y tengo alfombra, me tumbo. Y ya boca arriba se me ocurre, y sólo entonces, que nunca se me había ocurrido mirar la parte de debajo de la mesa. Para encontrar, por ejemplo, alguna inscripción de alguien más inquieto y fantasioso que yo, que esperaba que alguna persona lo leyera, y que escribió algo así como Enhorabuena. Por fin lo has conseguido.

Me emociona también cómo intenté calcular la distancia del pasillo de la casa en la que viví de pequeño, utilizando la memoria. El resultado fueron unos 20 metros mínimo de largo. La anchura unos 2 metros. Y la altura no la supe deducir, pero estaba seguro que mayor de la de mi pasillo actual.

No quiero hablar de la bonita y dura comparación. De la implacable y traidora realidad.

No sólo olvidamos lo que somos capaces de aprender, sino mucho de lo que ya hemos aprendido. Y no hablo de lo estúpido, que lo hay, y mucho; sino de lo que algunos creemos que sirve para algo. Por ejemplo el agacharse, mirar la mesa, comprobar que no hay nada.

Sería un ejercicio genial el hacerlo, precisamente, cada vez que uno ya no se acuerda.

Gracias por estas dos horas a la semana. No sólo por lo que dice. Sino por cómo lo dice también. Por cómo transforma el espacio, sólo con palabras.

Ferrán Lobo es profesor de la optativa Espacio y arquitectura de la Etsab. Martes de 16:30 a 19:00 (descanso de media hora).

jueves, febrero 15, 2007

Paraíso digital, entre otras opciones

(♪ Que no sea Kang, por favor, Los Planetas ♪)
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Pongamos que se hiciera realidad, su pragmático sueño de vidrio y de metal; dos de los materiales más cálidos que son capaces de imaginar.

Imaginemos ese fully air conditioned sound of speed, que ellos han conseguido que fluya. Gracias, como no, a las fórmulas de su mecánica.

Que aceptado el hecho de que no hay recursos para todos, y menos a este ritmo, hemos claudicado. Han impuesto sus ecuaciones de platino, sus látigos mecánicos, su cuadrícula mental.

Que sus potentes ordenadores han resuelto las complejas derivadas eternamente a la deriva con las cuales han podido optimizarlo todo. Incluidos sentimientos. Trazando la asíntota de la muerte neuronal, tendiendo infinitamente a 0.

Y han conseguido un mundo correcto, preciso, funcional, eficiente; pero helado ante todo, donde esto es lo de menos porque los seres vivos que lo habitan carecen de sistema nervioso.

Y ahí está el melancólico mercurio, sintiéndose inútil en la pared, marcando alguna temperatura bajo cero, colgado de una alcayata.

Y un alcohólico narcolépsico tirado en la calle se dice entre dientes que quiere pintar, gritar, y que suban las temperaturas; y está también ansioso de guerras, de hambre, de malos peores tragos. Y repite que todo era antes mejor, cuando ver a alguien llorando en la calle era al menos emocionante. Y cuando los sentimientos más profundos no salían a la superficie sólo en casos excepcionales, fruto de una situación confusa que nadie lograba comprender, y que pronto se olvidaba. Por duro que fuera el tenerse de pie. El vivir apuntalado. El cargar con todo el Peso.

Esto daba la sensación, al menos, de tener algo entre manos. De creer que se hacía algo importante, o si no, algo parecido a necesario. Pero se creía de verdad, y no como ahora, que sólo se reproduce para demostrar que funciona la grabación. Que no falla la maquinaria. Que el invierno está ganando.

Que la antorcha humana, en un bloque de cemento, no tiene nada interesante que decir. Ni tan solo una triste ocurrencia, algo tangible, mesurable en términos industriales. Mercancía apta para disfrazar la belleza, esa de Dostoievsky, llamada a salvar el mundo, que ya se retrasa mucho, algo más de lo justo.

Y mi apoyo aquí con este texto, resultado de una derivada, una optimización, máximos y mínimos. Posiciones radicales. A veces necesarias. La importancia de detectarlo. La impotencia de presentirlo.

Disfrutando, sufriendo, sintiendo como fluye el aire totalmente acondicionado del sonido de la velocidad
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Post motivado por un profesor estancado, y dedicado con cariño a un amigo que deja pasar la luz, pero no la imagen: no todos son como tú, translúcido, por desgracia.

Un abrazo.

martes, febrero 13, 2007

Tinta negra en un papel mojado

Te duele tanto lo que digo que no puedes escucharme. Ni siquiera me oyes ahora mismo. Total. Mente imposible.

Automáticamente te sitúas a cientos de años luz en cuanto me ves aparecer.

Tengo que haber sido muy importante en tí para disparar ese mecanismo en la actualidad. Lo sé. Soy consciente. Esto es lo único que siento, no haberlo detectado a tiempo. Ni a este hecho ni a tí. Aunque sólo hubiera sido con el espacio justo para que no construyeras esta muralla que parece que no nos dejará mirarnos a los ojos nunca más. Y en realidad nunca lo hemos hecho.

Parece que esté triste. A veces. Parece que todo esto me de pena. Que lo considero una lástima. Que me lamento por algo de lo que no tengo la culpa pero que inevitablemente me toca sufrir.

Yo creo que es más cierta la versión que habla de que estoy alegre, de que sonrío, de que bailo porque estoy vivo. Porque tengo la oportunidad de haber entrado en juego. Y continuo aún aquí dentro. Asiento. Recibo. Acepto las reglas. Y lloro porque forma parte de ellas. Porque añade paja a la balanza. O plomo. Y en el fondo me dais igual tú y los problemas que me causas; y ella y los viajes que hemos hecho. Y los momentos increíbles que pasamos entretenidos con una hoja seca o con un trozo de lana.

Creo, sinceramente, que todo eso me da igual. Que sólo lo sufro, lo disfruto, o me resulta indiferente. Y entre esos tres polos se componen todas nuestras vidas. Y ahí está la clave del truco. En que son infinitamente pesadas para un ser humano, todas esas deslumbrantes patrañas, y ninguno de nosotros las quiere ni las puede levantar.
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Esto es lo que pareces no haber comprendido. Imposible comportarse como lo haces en caso de haberlo entendido. Incomprensible dejar que todo se diluya.

lunes, febrero 12, 2007

De vuelta...

Bueno...llevo dos semanas de viaje...

Ya he aterrizado pero aún no he llegado...

Esta semana se reactiva el blog, en vista de las miles y miles de peticiones que desde todo el mundo me han llegado para no dilatar más esta pausa...

Suerte. Como siempre. Es más importante que ser bueno.

¡Un saludo a todos!

sábado, febrero 03, 2007

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Es tan gilipollas que se fue a un chinito con pinta de mafioso, en los andenes de la Centrale, entre trenes transalpinos; se acercò y le susurrò al oido: Sé quién eres.
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Era una broma. Sòlo una puta broma. Pero el chinito ademàs de parecerlo era un mafioso.
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El muy cabròn. Con esas botas de cuero, con punta, y el traje color claro. Bigotillo y pelo largo.
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Puto chino. Mi amigo Marco està muerto.
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Aun no lo ha encontrado ningun campesino, pero està degollado, tirado, abandonado, en algun terreno de las afueras. De la misma forma que la broma que quiso hacer, que està ahi, suelta, perdida, creyendo todavia que el chino no le entenderia, y que nos reiriamos un rato. Sòlo yo la reconozco.
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Querria haber escrito desde Londres, pero las cosas no sòlo no son como esperas, sino que tampoco son como esperabas que fueran, cuando aceptaste que fracasabas en cada intento minusvàlido de imaginar propuestas infinitamente pequenyas, que se suceden unas tras otras hasta que llega el momento, el bueno, el tuyo, el de verdad, y lo que entendemos por realidad atropella todo y no deja ningun rastro. Se va peor de como ha venido, porque entiende que ya es algo màs vieja, màs tonta, y màs torpe; y también, finalmente està harta de su propio, lento y eterno devenir.
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Qué manera tan gilipollas de morir verdad?
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Saludos desde Milan.
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;)

sábado, enero 27, 2007

Acerca de los viajes

… y de una manera lenta e intuitiva he aprendido que las cosas que soy puedo transmitirlas en parte escribiendo. Aunque siempre quede la sensación de que no soy yo del todo. De que falta un poco de cyan. Algo de magenta. Sobra amarillo. No lo sé. Pero más o menos se parece.

Y no lo consigo del todo no sólo por no ser lo bastante bueno, y porque no he leido suficiente ni a tiempo, sino porque además sería estúpido pensar que ya he conseguido el color deseado. Que todo era tan simple como la mezcla de tres colores.

Hay matices de brillo, lustre, saturación …que forman parte de la forma de uno mismo, del perfil del último resultado, que no sólo es final si no también inaccesible. Es inútil querer captarlo. Pero hay algo interesante en ir intentando descubrirlo. Algo que me ocupa las horas, mucho más que la carrera. Que hace que resulte con sentido ir luchando las cosas malas. Cumpliendo los compromisos. Llegando más o menos, siempre puntual, a las zonas de la vida. Esas eternas, reconocibles desde lejos, por las que todos pasamos, si es que pensamos en algo.

De ahí afirmo que viajar tiene sentido,. Me hace falta en estos momentos, para ayudarme en todo esto. Para sentirme extraño desde dentro y desde fuera. Para ver como suenan los coches, las puertas, los cajones y las voces fuera de este envoltorio, de este pack vital.

El primer destino es Londres. Espero escribir pronto desde allí. Al menos esa es la intención. Salgo mañana por la mañana.

Y me encanta irme de los sitios, lo mismo que llegar a ellos, diciéndome a veces por dentro:

¡Ánimo amigo, mira bien todas estas cosas! El sol no seguirá dándonos en la cara por mucho tiempo más.

viernes, enero 26, 2007

Algo muy similar

( □ Óxido, Olga Osorio □ )
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Algo muy parecido a la muerte es la repetición.

Es una frase que he escuchado o leído un par de veces en sitios silenciosos que no consigo recordar. En sitios que también eran, por otra parte, poco concurridos y que me resultan cálidos en sentido cerebral. Óseo quizá tambien.

Me parece una genial apreciación de la realidad. De la manera en como van sucediéndose nuestros días.

Algo muy parecido a la muerte es la repetición…

Es importante querer entender esto. Si no es mejor parar ahora.

Me pasa cuando miro a lo que fue un amigo, hace años, y que ahora supone una charla por compromiso unas veces y un agradable retorno al pasado otras. Esa persona que me sabe igual de mal que esté como está que el echo de que hubiera muerto. Me pasa más, en general, cuando ese amigo se está yendo ya, después del café, y le veo alejándose, de espaldas. Maquinando cosas en su cabecita. Y pienso en que está resbalando sin remedio. Trazando espirales.

Y lo digo así, con superioridad si alguien lo quiere entender bien, con respeto en general, y siempre con pena, porque me refiero exclusivamente a esos casos de vida oxidada y agotada, que no chirría porque ya ni se mueve, que en cierto momento pudieron parecer lo mismo que la tuya, y que ahora te confirman que la diferencia no es sutil sino genética, y que no dar sentido nunca es tan peligroso como dar un sentido equivocado.

Y precisamente no darle sentido a esta última afirmación, al menos no uno claro, nunca será tan peligroso como habérselo dado ya. Leyendo la primera y última frase.

Algo muy parecido a la muerte es la repetición.



lunes, enero 22, 2007

Cierto, nada que decir

Se ve que no, que no hay nada que decir.
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Que nada retuerce nada. Que nadie activa ninguna parte.
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Ese silencio eterno de los otros, bienvenido con sonrisa irónica, otra vez. Que por otra parte es la constatación de la soledad en mayúsculas. La que siempre me da la razón. La que os traerá la confirmación el día de vuestra muerte, a todos los que pensáis que no.
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Y decimos que queremos salvar el mundo, cuando no somos capaces ni de proteger, los más avispados, un poquito de emoción. Unas pocas palabras ni siquiera ciertas del todo.
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Porque hay que reconocer que salvo contadas excepciones, mientras tu amigo saltaba a la cascada, tú estabas seguramente haciendo el tonto, perdiendo parte de tu tiempo, durmiendo como mucho.

miércoles, enero 17, 2007

Personas que emiten luz por determinar

Ocurren a veces, en esos momentos en los que uno está cenizo, pensando en lo más malo de la vida. Considerando lo más bueno. O haciendo lo contrario.

Cuando llevas tiempo dando vueltas sin norte, evitando volver a casa.

Entonces aparece alguien que desconocías o del que habías olvidado la existencia, pero en ningún caso muy asociado a tu vida.

Por tu entorno, o por tí mismo, esa persona detecta la parte superficial de tus preocupaciones. Consigue entenderte de forma alámbrica, o sólo por los vértices incluso, pero pretende que lo que piensas, que lo que llevas años aceptando, limando con tus propios dientes, no son más que obsesiones negativas, pesimistas, que de ningún modo llevan a nada bueno.

Y tú totalmente escéptico, cegado por su luz artificial, admites que puede tener razón. Que esa sí es la actitud. Que los inmortales estaban equivocados. Y como no te crees ni una palabra de lo que dice pero olvidas lo que te ha llevado a tu situación, te encuentras en un punto intermedio, levitando, capaz incluso de creer que esa persona te entiende desde la raíz. Que tan solo, a diferencia de ti, consigue llevarlo bien. O que tiene el secreto, la fórmula mágica que no caduca embebida en el conocimiento.

En cualquier caso, piensas, lo consideras poco probable. Y te miras en el espejo. Reconoces que nunca te crees nada. Y que quizá ahí esté tu tara. Pero no es tu culpa que las cosas se presenten, siempre ante tus ojos, tan falsas y acartonadas.

viernes, enero 12, 2007

Pastpelón

(♪ Close to me, The Cure ♪)
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El día de tu cumpleaños es un día especial. Especialmente especial.

Se conmemora que naciste hace 10, 15, 20 años… los que sea. Y a todo el mundo le importa eso. A tu entorno más cercano en concreto, les llena de alegría. Te llama tu familia con la que nunca hablas porque ni quieres ni quieren hacerlo el resto del año, ya que no tenéis más relación entre vosotros que un apellido coincidente. Y esa situación es muy agradable para todos. Y no tiene nada de hipócrita. Y además quedas bien.

Lo mejor es esa gente que te llama porque hace dos o tres siglos se apuntó tu cumpleaños en la agenda del móvil y caaada año siente la obligación de marcar tu teléfono y saber cómo estás, aunque no le importa en verdad, aunque no se acuerda de ti en todo el año y más de una vez te pone verde a tus espaldas, que es como más mola.

Si encima eres pequeño es aún mejor. Pequeño de edad quiero decir.

De repente te llueven regalos que ni entiendes porqué están ahí. Pero en pocos años te acostumbras y como no te interesa preguntarte el motivo, te callas y los exiges. Y a quien se le ocurra no regalarte nada… pobre de él... parte de la parte diabólica de los niños.

Y el mejor día de cumpleaños es el de la comunión. Ese gran día para todos los menores y creyentes, por supuesto, en el que detrás de una nube de amiguitos, padres histéricos, el fotógrafo y tíos y abuelos (todos alrededor de una montaña de regalos, al lado de la tarta de 3 pisos) el cura, a punto de ser aplastado como en una estampida de ñus, intenta recordar el motivo por el que se encuentran allí todos congregados.

Una vez expresado todo esto entre globos y confeti, tengo que reconocer que hay una parte mala. La de los amigos y la familia de verdad (¿?). Los que te hacen un regalo, se acuerdan de ti, te preguntan si estás bien y te llaman cualquier día del año, pudiendo coincidir con tu cumpleaños, pareciendo así menos bichos raros.

En estos últimos casos, desagradables por cierto, no importa mucho la frecuencia, sino la calidad que te transmiten sin saber demasiado cómo. Con ese algo que está en el aire, que los científicos aún no han sabido explicar. Aunque físicamente te vayas casi siempre a casa con las manos vacías. Con los ojos ligeramente húmedos. A punto de querer llorar.

Felicidades a todos.

jueves, enero 11, 2007

Sónico musical ruidosO

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(Escribiendo esto me he dado cuenta del sentido del logotipo de apple, y de nuevo he pensado Qué hijos de puta! Qué tonto soy...¿Cómo no se me ha ocurrido antes? Y me río con la boca llena de manzana…)
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Es genial, no se puede negar, poder llevar 4000 canciones en tu bolsillo. Soy uno de esos seres que llevan siempre la música encima. Tengo un iPod.

Estos capitalistas resultan más irónicos que los de siempre, convencidos primero por y luego de su mercancía. Comprados por sus propios anuncios.

Reconozco que no sabría proponer un sistema económico mejor con el cual ofrecer teléfonos móviles a 0 €. Ni vuelos a 99 céntimos. Y eso es lo que importa. Da igual lo que hagamos con ellos. Todo es bueno. Todo vale. Todas las opiniones son respetables. Eso nos ha llevado a donde estamos. Yo mismo he puesto mi granito de arena. Mordí la manzana.

En esta sociedad del bienestar (que no del placer) se pueden permitir el lujo de bombardearnos con productos de segunda, tercera, o cuarta necesidad. Ya no hace falta coaccionar al cliente con su techo, con su lecho, con su comida... ganándote así su desconfianza. Ahora contraatacan por la senda del ocio, del entretenimiento, creyendo muchos de ellos que la música es sólo eso. Al igual que la mayoría de compradores, productores o compositores. Eso es lo que hemos de aprovechar nosotros.

Tengo que hacer el apunte optimista de que esto mueve la rueda. Los hámsters vivos, ligeros, siguen andando y andando sin moverse del sitio, creyendo que avanzan, quemando el oxígeno, pendientes del eje, autistas en Auschwitz.

Todo tu ínfimo conocimiento musical, condenado para siempre a lo que otros te dejen escuchar, en una cajita de diseño (todas las cajitas son de diseño).

A mi me gusta utilizarla como acompañamiento a los diversos momentos del día, del mes, de mi estado de ánimo, de mi evolución personal, de mi vida. Promover, más aún, la realidad virtual. Sacar conclusiones de ella. Usar la música como droga. Ponernos a prueba a todos. Decepcionarme a mí mismo de vez en cuando y apuntarlo en una libreta. Olvidarme al minuto. Justo en el estribillo. Recordarlo luego en casa.

Como dicen los concursantes de gran hermano: Dentro todo se magnifica. Y con la música pasa lo mismo. Que todo parece más grande, lo bueno y lo malo.

Por eso hay que ir con cuidado y saber discernir cuándo hay que bajar o subir el volumen, cuándo se merece o no tu entorno que el sonido penetre en tus oídos,

y entender que muchas veces no está mal quitarse los auriculares y simple y llanamente, que no es poco, escuchar el sonido de la vida. De los coches. De las máquinas de fondo. De las máquinas de frente. El crujir de la bolsa de la compra. Los zapatos. Los tacones. Los tosidos. El ruido de esa moto que siempre es la misma. El rumor que nunca calla. La música del devenir.

Esto no lo sabe el gastado y quemado señor mayor que te mira en el bus, con aires de desprecio, pensando por dentro que con esos auriculares no llegarás a nada, que no tienes ni idea de lo que es la buena música y que es una ruina improductiva, esta puta juventud.

miércoles, enero 10, 2007

La suerte de los espíritus excelentes


¿A quiénes se refiere Schopenhauer con esta afirmación? ¿Quiénes son estos espíritus excelentes?

Cualquiera puede considerarse excelente. Y cualquiera puede decir que tiene espíritu. Parece por tanto que una persona, lo sea o no, puede creer que es uno de esos espíritus geniales que rondan por ahí. Exista o no esa definición. Tenga razón Schopenhauer o no. Estemos de acuerdo o no.

Yo, al igual que seguramente él, no juraría que esto será así para siempre. Pero reconociendo que primero habría que definir para qué o en qué son excepcionales esas almas, estoy totalmente de acuerdo con Arthur en que ahora mismo, en el mundo en que vivimos, la soledad es la suerte de todos de los espíritus excelentes.

Esto le resuelve las dudas a la mayoría de los futbolistas. Entre otros.
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No hay almas con matrícula de honor.

lunes, enero 08, 2007

Ir detrás o cambiar de sentido

(♪ Slide away, Oasis ♪)
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Este año me ha calado el anuncio de Sanitas. No se si lo habéis visto. La frase final dice:

Los optimistas siempre van por delante.


Y el chico de las muletas sonríe porque sólo se rompió la tibia y el peroné en el accidente donde perdió el coche (además de a su mujer y sus dos hijas).

Lo que no se han parado a pensar los optimistas y sus colegas, los que han hecho el anuncio, es que han presupuesto que ir por delante es mejor. Algo que yo no tengo nada claro. Aunque tenga que reconocer que los optimistas son más productivos, en primera instancia más sociables, y que tienen más claro qué cosas valen la pena. Y de nuevo aquí me pregunto porqué ha de ser esto mejor que lo otro.

Como cualquier otra posición, esta mía ha de entenderse dentro de un contexto concreto. Sino seríamos dioses de lo absoluto. Y no es precisamente el caso.

Pagar un euro por un mensaje al 5556 para descargarse el politono (o el sonitono) de una canción de operación triunfo, en sí, no me supone ningún problema. En principio no habría de ser bueno ni malo. No deberíamos juzgar a nadie por ello.

El contexto, el entorno, el trasfondo…es lo jodido del asunto. Y esto, como todo lo relativo, es relativizable. Jodido para qué. Jodido para quién…

Pues supongo que nos entendemos. Y si no nos entendemos ahí está la respuesta.

No es mala en su expresión la manera en que funciona nuestra sociedad. Las alegrías que provoca y las tristezas inevitables…la lotería de navidad y la muerte de mamá…

Lo jodido está por dentro, oculto entre las encías. Las piezas podridas del cegado mecanismo. La corrupta fuente de la vida eterna.

Este año me propongo de vez en cuando ofrecer, en la medida de lo posible y mientras el cuerpo aguante, la parte optimista de las cosas que diga en este blog. Algo que antes no hacía no porque no la contemplara, sino porque creo en ella sólo de reojo. Pedacitos de terciopelo de color azul cielo insertados en la enorme hoja gris de papel de lija que forma parte de la demoledora máquina de destrozar cosas que tengo en mi cabeza. Y Dios tiene la culpa de ello. ¿Y que hago con esta injusticia, señor de Sanitas? ¿Y la chica con síndrome de down que no sale en el anuncio, que ni siquiera lo ha visto…?

Creo que el optimismo, como la felicidad y la esperanza, en los mugrientos casos de fachada bonita, nacen de la ignorancia.

Por si alguien me imagina de otra manera, os prometo que yo no dejo de sonreir. Tanto irónica como sinceramente. Esto es un espectáculo que estoy totalmente dispuesto a disfrutar. Pero para ello es necesario encontrar el tobogán. Una tarea nada fácil, ya que es verde como el laberinto. Vaya festival.

¡Más buen rollo en 2007!

jueves, enero 04, 2007

Mientras puedas

(♪ We rule the school, Belle&Sebastian ♪)
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No lo dice ningún estudio, sino la física. El sentido común. La probabilidad:

En un choque a 900 km por hora, en avión, es prácticamente imposible sobrevivir.

Mateo esto lo sabía.

Volaba con todos aquellos otros seres vivos. Desde el comandante hasta el último pasajero, pasando por el hámster de la bodega.

Pero no pertenecía al primer grupo, el de gente que lloraba desesperada. Ni tampoco al segundo, el de los que conscientes de su muerte, cuestión de minutos, tenían la vista perdida, más allá de la alineación de inútiles mascarillas que colgaban del techo como adornos macabros. Guirnaldas hechas con intestinos.

Mateo formaba parte de un tercer grupo. Compuesto por él mismo. Por él sólo.

Con sus veintipocos años, quien lo habría dicho…se sintió el padre de todos.

Nunca había hecho nada parecido en la vida. Como mucho alguna caminata arrastrando los pies, en una manifestación contra la guerra.

Pero ese día consiguió que todos se callaran. Que le respetaran. Que admiraran el momento. Que se derrumbaran ante lo sublime, como perras viejas al sol.

De repente notó una gran fuerza. Una enorme liberación. Se sobrepuso al echo de que iba a morir. Desmitificó el valor que le había dado hasta entonces a la vida, sus últimas neuronas se apagaron convencidas de aquello; y les regaló allí mismo, en vivo y en directo, la última y verdadera obra de arte a todos los demás pasajeros. La primera también para muchos de ellos.

Entre sollozos, oraciones y parejitas de ancianos abrazándose, Mateo se levantó y recorrió todo el pasillo, tocando a su paso todas las cabezas. La mano izquierda y la derecha a la vez. Una pequeña caricia a cada uno. Sintiendo pelos de todos los tipos: lisos, alisados, rizados, rapados, abundantes, escasos…disfrutando de sus texturas. Con los ojos cerrados. Respirando hondo. Caminando despacio.

Llego al final del avión, giró, y prosiguió con su happening personal. Su primera y última performance. Con el festival de escalofríos y emociones contradictorias.

Una vez hubo pasado por todos los asientos, se dirigió el centro del aparato. Se quedó allí de pie. Con los brazos colgando. Casi tocaban el suelo. Cortó el rollo un momento, para rascarse detrás de la cabeza. Y volvió a quedarse allí en medio. Inmóvil. Eterno. Sonriendo a todos, los otros 194, que le miraban esperanzados, creyendo que Mateo les sacaría de allí. Cedió en última instancia la lógica. Se rindió ante el precioso último intento de aquel chico de hacer algo bonito, de no dormirse, mientras le fuera posible, como dice la canción.

Dentro de lo triste de morir de aquella forma, sin preparación para nada, sin familiares advertidos, sin tiempo ni para decirle al enemigo que siempre le has querido… fue una de las mejores maneras de despedirse de la vida gracias a Mateo.

Podría haber fundado una religión con lo que hizo sentir a las personas que viajaban con él, si hubieran sobrevivido, si la historia se hubiera contado, o recordado, y no inventado, como estoy haciendo yo ahora.

Mateo es aleatorio.

Nació en mi cabeza, tras las típicas turbulencias, volando de vuelta a casa.

Do something pretty, while you can.

domingo, diciembre 31, 2006

Nochenueva

Mis vecinos ibicencos no son tan generosos como los catalanes, por mucho que digan los prejuicios...

La dificultad de acceder a internet de manera gratuita (como debería de ser), y lo que tienen las luces de navidad han hecho que lleve una semana sin publicar nada.

Sigo vivo y coleando. Pero he cambiado el ritmo de vida estos días y el blog se resiente.

Esta noche alcohol, corbatas, vestidos y no olvideis saludar. Haciendo amigos como en 2006.

Nos vemos el año que viene.

Un saludo a todos.

viernes, diciembre 22, 2006

Ácido sulfúrico para los amigos

(♪ Consequence, The Notwist ♪)
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Hasta ahora no pensé que fuera a ser necesaria una afirmación radical. No tan pronto. Pero un par de buenas discusiones con dos de mis mejores amigos me obligan a decir lo que pienso en el fondo de ellos. Y de todos los que se den por aludidos de paso.

Creo que no os enteráis de nada. Que aunque no vivís en una bola tan grande como la mayoría de la humanidad, seguís dándole alas a la vida. Al optimismo. A ese buen rollo que os hace tener claro el sentido de algunas cosas. Dentro de la mierda, pelotitas de ilusión, quehaceres, objetivos por cumplir. O eso me transmitís a mí.

No pido que os peguéis un tiro. Pero me gustaría que pudiéramos arrastrarnos juntos. Que asintiéramos a la vez. En cambio lo que hago es compartir vuestras ilusiones, admirando vuestra dedicación, resignándome a que nunca aceptaréis el poco sentido que tienen vuestros sueños. Y lo mismo hago yo con los míos. Los meto en el petate y nos vamos todos de excursión. Mejor no decir nada. Esperaré a que nos parta un rayo. Hace mal día para ir al campo.

De verdad aprendo mucho de observaros. Aprendo que el humano es luchador. Que no se deja tumbar así como así. ¡Que sus principios son duros y resistentes!, cuando no tendría por que ser así. Que le gusta jugar a los castillitos, antes de que venga la siguiente ola (una por generación) y se los derrumbe como si nunca hubieran estado allí. Y aquí no ha pasado nada. Tus cuadros a medio pintar serán quemados o usados como papel de váter.

No imagináis lo que os quiero. Y es así porque creéis que os desprecio. Que escupo sobre vuestras ilusiones. Y nada más lejos de la realidad. Sólo siento ofrecer esa imagen a menudo.

El problema es que no me explico bien. Que de momento no se hacerlo. Y que no llego a transmitir nunca que por encima de lo que piense, de lo que crea, de las cosas en las que confío, os aprecio porque me ha tocado compartir la vida con vosotros. Y hacéis que en muchos momentos las cosas parezcan tener un sentido en el que repito no creo. Os quiero en gran parte por eso. Porque me ayudáis a mentir. A ocultar la verdad más dura. La que no estoy aún dispuesto a aceptar del todo.

Espero con ilusión la persona que no confío en llegar a ver que teniendo una vida que yo podría considerar envidiable, aún así, siendo consciente de ello, coja y se pegue un tiro, se estampe con el coche, o se beba un vaso de cianuro. Todo para demostrarnos a todos que no hay nada. Todo para reírse de todo. Del mundo. De su ilusión por las cosas. Del acá y del más allá.

¿Qué aporta mi visión de las cosas? Absolutamente nada. Ni tan solo sinceridad. Renuncio incluso a eso. No me creo ni eso. Es tan corrosiva que amarillea mis huesos sólo unos segundos antes de destrozarlos. Si me aguanto es por si acaso, no por mi esqueleto. ¿Y eso es lo que os ofrezco? Entiendo que no os interese.

En cambio vuestras plataformas, brillantes y resplandecientes. Seréis algo en la vida…Cómo os envidian algunos…Yo mismo muy pocas veces.

Le agradezco a un amigo bienintencionado que me advirtiera ayer que ha leído mucha biografía, y que la gente como yo no acaba bien… Lo mismo hicieron antes con aquel arriesgado viaje a Nueva York. Y con el tema de las drogas. En serio lo agradezco.
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Pero cada vez que me dan ese tipo de consejos pienso que no entienden nada. Que sobrevaloran lo que les rodea. Lo que les ha sido dado. Por algún dios llegan a asegurar algunos…Y ya está bien que lo hagan así. Les permite seguir vivos.

¿Como lo hago yo para no desaparecer del mapa? ¿Qué coño hago aún vivo aquí? Pues como no me creo ni a mí mismo, no me fio ni de lo que digo. No actúo como pienso. Por supuesto que no. Mis padres, entre otros, no se lo merecerían. Es el pan de cada día: pensar una cosa y hacer otra. Creer que no hay sentido y fingirlo de momento. Sentir pena y llorar sólo por dentro. Sentir asco y poner buena cara.

Ante todo también soy inofensivo. Según como se mire.

Algunas personas que no conozco encarnan lo que intento explicar en sus caras, en sus irónicas sonrisas. En la vida que han llevado. Desastrosa como la que más. Son esas personas que no importa lo que hagan. Que no importa lo que digan. Actúen como actúan asienten cuando nos miramos. Si es que nos hemos visto. Y esa es la única certeza que afirmo de momento. Sabemos de lo que hablamos. Creemos habernos entendido. Yo voy en otra dirección. Hasta la próxima, ¡amigo! Dale caña a los happys. Suerte con la vida.